Bajo presión: en busca de un futuro más sustentable para los pMDI
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Aunque es posible que este grupo de gases no suponga un riesgo para la capa de ozono atmosférico, se ha descubierto que participan en el efecto invernadero. Si los comparamos con el dióxido de carbono (CO2), los gases fluorados tienen un potencial de calentamiento atmosférico (PCA) mucho mayor, entre otras cosas, debido a la absorción de radiación infrarroja y a la permanencia en la atmósfera. Estas características ha llevado también a una reducción progresiva del uso de estos gases, lo que afecta a una serie de procesos y aplicaciones en los que juegan un papel fundamental.1
En el ámbito de la medicina, el uso de gases fluorados está muy difundido en todo el mundo, ya que el HFC-134a y el HFC-227ea se utilizan como propelentes seguros y eficaces en dispositivos de inhalación que ayudan a millones de pacientes a tratar afecciones respiratorias, como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). A medida que se conocen mejor sus efectos negativos sobre el medio ambiente, estos gases inciden en toda la cadena: desde los fabricantes de dispositivos y los laboratorios farmacéuticos hasta los profesionales de la salud y los pacientes.
La reducción progresiva de los gases fluorados ya está en marcha, y las medidas adoptadas en todo el mundo se ajustan al Protocolo de Montreal del Convenio de Viena sobre Sustancias que Agotan la Capa de Ozono. El Protocolo de Montreal ha servido de marco para proteger la capa de ozono desde que entró en vigencia en 1989 con el fin de definir la transición hacia el abandono de los CFC. Este marco se amplió el 1 de enero de 2019 mediante la Enmienda de Kigali que obliga a los 198 signatarios a tomar medidas para reducir la producción y el uso de gases fluorados, entre ellos, los HFC que utilizan hoy los dispositivos médicos.
De todos los territorios del mundo, Europa es el que históricamente ha establecido los objetivos más estrictos para la reducción de los HFC. El 5 de abril de 2022, la Comisión Europea presentó propuestas para dos nuevos reglamentos que reforzarían la legislación sobre gases fluorados y allanarían el camino para una serie de cambios que acelerarían el proceso de la eliminación progresiva. Al anunciar las propuestas, Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo del Pacto Verde Europeo, afirmó que, si bien hasta ahora la legislación vigente de la UE ha dado resultado, “hoy la ciencia nos insta a ir más lejos y más deprisa".3
En la actualidad, los gases fluorados representan el 2,5 % de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en Europa. Según la Comisión Europea (CE), las propuestas para acelerar su eliminación contribuirán a reducir estas emisiones en, al menos, un 55 % para 2030 y apoyarán el plan integral del continente para alcanzar la neutralidad climática en 2050.
Está previsto que, en los Estados Unidos, el mayor mercado mundial de inhaladores presurizados de dosis medida (pMDI), se aplique el programa de reducción progresiva después del europeo, en virtud de la Ley de Innovación y Fabricación de los Estados Unidos que entró en vigor en diciembre de 2020. Aunque los pMDI están incluidos en las excepciones que enumera la ley para facilitar la transición en la región, estas solo se aplicarán durante un periodo de cinco años, y se espera que EE. UU. alcance un nivel de reducción progresiva del 15 % en 2035. Se prevé que otros territorios del resto del mundo, como la India y países de Oriente Medio, tarden unos 15 años más que los Estados Unidos en implementar esta clase de programas.
Si bien estos objetivos medioambientales son inamovibles, los efectos de su cumplimiento no están tan claros. La mayor preocupación en este caso son los pacientes, cuyas necesidades deben satisfacerse en términos de acceso continuo a la medicación de alivio y prevención, algo que solo puede lograrse adoptando dispositivos de inhalación alternativos con menor PCA, como los inhaladores de polvo seco (DPI, por sus siglas en inglés), o empleando pMDI que utilicen propelentes con menor PCA.
Aunque cabría esperar que dicha transición siguiera en parte, por el precedente sentado por el abandono de los CFC, está claro que la reducción progresiva de los gases fluorados debe superar otros obstáculos complejos para garantizar que el dispositivo y el fármaco se optimicen de forma que satisfagan las necesidades del paciente.