Pequeños cambios, gran impacto en el sistema
Un vistazo al reemplazo del elastómero muestra a veces cómo el conocimiento de la industria mejora las operaciones y el costo.
BIOFORO
Simon Chalk y Steve Jones
Un vistazo al reemplazo del elastómero muestra a veces cómo el conocimiento de la industria mejora las operaciones y el costo.
El efecto mariposa es un fenómeno muy citado en donde un pequeño cambio en un sistema puede tener un impacto significativo sobre el estado global del sistema. De manera similar, los elastómeros relativamente no costosos pueden contribuir desproporcionadamente al costo de correr una operación de manufactura biofarmacéutica. Los elastómeros y los plásticos juegan un papel vital en la operación de una planta de bioproceso, formando empaques, arillos (“o”-rings), y diafragmas muy adentro de la estructura del equipo de proceso. Su función es evitar fugas y separar fluidos que no deben entrar nunca en con-tacto. Estos materiales, parecidos al hule, son útiles porque son flexibles, elásticos y pue-den asegurar sellos herméticos entre las superficies metálicas duras.
Con el tiempo, y con la severa temperatura, los químicos y los ciclos de presión a los que están sujetos, estos materiales pueden volverse quebradizos y deformados y fallar. Necesitan cambiarse bastante antes de que exista un riesgo de falla, cuya consecuencia podría ser un producto contaminado o una peligrosa grieta de un sistema. Muchas plantas biofarmacéuticas tienen una gran base instalada de válvulas, por ejemplo, quizás 5000 o más. Cada una necesita ser mantenida correctamente para evitar problemas. Aunque el costo de la falla es elevado, el costo del cambio también es elevado. Se estima que hasta 50% de la actividad de mantenimiento es consumida por el cambio de partes blandas. Sume esto a los tiempos muertos de la planta y hay un claro objetivo para revisar el ahorro de costos. De manera que ¿Cuál es el alcance para la mejora? ¿Puede desafiarse la práctica actual?
La estrategia actualmente aceptada y común para el cambio del elastómero es temporal de base (es decir, hay una frecuencia fija, quizás bianual o anual para el mantenimiento programado para reemplazar el componente). Aunque esta estrategia es aceptable, no toma en cuenta las condiciones a las que ha estado sujeto el elastómero. En los casos en los que el componente se ha usado ligeramente, puede reemplazarse aún cuando el uso continuado sería perfectamente aceptable. En el otro extremo del espectro, el uso severo podría tener un riesgo de fallo del elastómero antes de haber alcanzado su período fijo de tiempo.
Varios líderes de ingeniería en operaciones biofarmacéuticas se están cuestionando esta metodología. Ellos se están conduciendo por una búsqueda implacable de la exce-lencia operacional y por maneras más efectivas de trabajar. Así como hay ahorros en el costo, también está la idea de que sus talentosos ingenieros podrían estar mejor empleados trabajando en proyectos técnicos de mayor valor agregado en lugar del mantenimiento de rutina. Uno de dichos ingenieros adquirió el hábito de colectar las partes suaves desechadas e inspeccionarlas visualmente. Su curiosidad y disgusto por el desperdicio lo llevó a preguntarse si existía una mejor manera de sistematizar el reemplazo de estos artículos de manera que fueran usados durante más tiempo sin el riesgo de una falla en la operación. Su involucramiento con un grupo de evaluación comparativa con la industria y las discusiones con sus pares que pensaban de manera similar, demostraron que sí exis-tían mejores prácticas. Este conocimiento lo impulsó a implementar una nueva manera de trabajar, lo que llevó a significativos ahorros.